domingo, 19 de mayo de 2013


  
Podemos empezar esta nota diciendo que ahí donde hay personas palpitan los problemas. La escuela además de ser audiencia donde algunos encuentran su expresión, es resonancia de los múltiples que tienen su origen en la familia, el barrio, entre amigos, y los que se contribuyen a generar por estar todos expuestos diariamente a los medios masivos de información y su avalancha de banalidades.

La escuela a través de sus docentes, no únicamente, debiera estar atenta a ese universo, ya no centrado en el solo aprendizaje. Y con respecto a él, armarse de unas consideraciones, unas aproximaciones  siempre en proceso de actualización y,  de unas estrategias (renovable) para identificar los tales problemas y conflictos como para encararlos, dándole cauce institucional; Se impone igualmente por parte de la institución salvaguardar en todo momento y circunstancia,  los derechos y dignidad de los chicos, sean cuales fueren los problemas existentes.

Dicho de otro modo, la escuela, sus instancias de dirección y los sujetos del proceso educacional, los docentes, no por lo noble de la labor, no por las simples buenas intenciones, menos por prejuicios moralistas, pueden estar justificando procedimientos y relaciones autoritarias, tiránicas,  vejámenes y el escarnio público a través de ridiculizaciones, por ejemplo.
En este crucial punto, se requiere renovar el pensamiento de todos y cada uno de los sujetos comprometidos en estos ineludibles eventos. Se trata, si se quiere,  de sustituir unas coordenadas anacrónicas por unos referentes nuevos, frescos, contemporáneos. Si esto no opera,  la institución educativa se torna cascarón mustio rebasado por el tiempo y los nuevos contextos. Y en tales circunstancias, de cuál educación estaríamos hablando…, cuáles valores estaremos promocionando y, cuáles hipotéticos sujetos estaremos contribuyendo a forjar…

Lo que prioritariamente se está demandando es que la agenda pública institucional contemple los necesarios acontecimientos de saber y de experiencias ricas en interacciones entre el docentado y otros actores para entrar en una nueva onda, queriendo auto-gestionar (subjetivamente) semejante tránsito. Con lo ganado, y las nuevas fuentes bibliográficas acompañando tal transformación, encarar, poner a prueba nuestra vigencia. Atrevernos a vernos y actuar competentemente, de modo pertinente. No hay tiempo que perder en esta empresa social renovadora: En el LUPARO, cuándo y cuales eventos a vivir para inaugurar este proceso…?

Esto es tanto más urgente cuanto inusitadamente importante se evidencia. Pero además otros factores asociados lo validan: A la escuela llegan discursos o restos de discursos que en otros ordenes han logrado posicionarse y dar curso a otras relaciones más humanas: de respeto por ejemplo a las minorías por muy minorías que sean,  tolerancia, de asunción y reconocimiento legítimo del disenso. Bueno y junto a esto, se deja escuchar en la cotidianidad escolar las nociones de autonomía, independencia crítica en relaciones de interdependencia entre los humanos. Y otras.

Mas, si emergemos de esa mecánica cotidiana, y tomamos esos temas para confrontarlos, pensándolos de modo radical, consecuente, nada raro tiene el establecer que,  en el universo escolar ocurre una superposición de realidades: Las que flotan plegadas a nociones de cierta racionalidad y se dan por aceptadas y acatadas, y las de una órbita menos evidente que, incluso se tiende a ocultar. En esta última capa de realidad o sub-realidad, los sujetos de la educación en la escuela, dejan expresar su currículo oculto: autoritarismo en camufle. Cero alteridad, preeminencia del yo excluyente por parte del “profe” al que ha de someterse el chico, el joven. En este nivel, se censura la llamada independencia crítica que lleva consigo cierto grado de desobediencia y rebeldía. No sin algún asomo de regodeo se “vence” al otro, al educando, desconociéndole lo que pueda tener de razón y razonable…,  porque observó algún equívoco, pecó de informalidad, de insolencia. No falta el que se desconozca una observación crítica del estudiante porque el docente infiere que su punto de vista está asociado a una “mala intención” porque se hace derivar directamente del hecho de haberles ido mal con los logros académicos del periodo. La asertividad en los educandos no es bien vista por algunos “profes”.

Sin lugar a dudas, el peso del pasado en la formación de nuestra conciencia, las poquísimas experiencias colectivas en el abordaje de dilemas morales y varios, la ausencia de eventos de saber entre el docentado para compartir los mundos de ficción en los que se proyectan actos de convivencia que pueden ilustrar la vida en sociedad, el poco buen cine que se alcanza ver, y un excétera no tan extenso, pueden contribuir a explicar lo que está sucediendo en este orden.

Hacer entrar en comunicación lo que se piensa y ciertos conceptos y principios de última generación en materia de HUMANIDAD, de DERECHOS HUMANOS, de EDUCACIÓN, bebiendo en excelentes abrevaderos, y teniendo la escuela como laboratorio a nuestro alcance, nos abre el horizonte a una educación diferente, posible. En el que los sujetos de ésta,  nos transformemos…

Ramiro del Cristo Medina Pérez





Santiago de Tolú, mayo 19 - 2013